Viajeros_30 de Junio de 2009

jueves, 30 de julio de 2009




Aeropuerto Mohammed V-Casablanca.
A la llegada después de una cervecita en el avión y confesiones profundas, llego con una extraña excitación a Casablanca, no puedo evitar bajar del avión tarareando "A kiss is just a kiss...." y la tontería me invade. Me siento como si ya hubiera estado allí. Pasar las aduanas es una pequeña odisea y pasaporte en mano me van mandando sin sentido alguno de una ventanilla a otra. Saray juega conmigo a ese pequeño juego absurdo y por momentos tenemso la sensación de que nunca conseguiremos pasar, pero lo hacemos. La recogida de las maletas es rápida y al bajar las escaleras del hall se puede distinguir a Berta, alta y espigada a lo lejos. De nuevo esa extraña familiaridad que me acompañará todo el viaje. "Prisa mata, pachorra remata" A partir de ahora nos acompañará también esta frase a todas partes, pero el día es un no parar de tren en tren y al autobús, cargando con todas las maletas y tratando de no perder a nadie del gran grupo en ninguna parada.
Ruta: Aeropuerto estación de tren. Parada para comer. Tren: Casablanca-Rabat-Meknes. Autobús: Meknes-parada en algún lugar helado del Atlas-Errachidia. 5 a.m. aprox.

Estación de tren de Casablanca







Tren Casablanca-Meknes



Parada en ninguna parte...










La llegada...


A las luces de amanecer cantaba la llamada a la oración y los tambores de jaleo de alguna boda no muy lejos. Las bodas marroquíes duran tres días, antiguamente eran más largas. Los dos primeros días se les dedican a los novios por separado y el tercero para la ceremonia. En los meses de verano es cuando son más comunes y se marca la casa donde se celebran por una Haima en lugar visible. Según uno de los coordinadores del proyecto, esto es porque a los marroquíes no les gusta preguntar y así encuentran el lugar de la celebración sin tener que hacerlo. No sé si es más curioso el hecho o la explicación local.
A los coordinadores con frecuencia les gustaba tomarnos el pelo, como cuando en el autobús desde Meknes a Errachidia a alguien se le ocurría preguntar cuánto faltaba o por donde íbamos. Bromeaban con la calma marroquí y siempre echaban unas horas de más a sus cálculos; teniendo en cuenta que hacía ya horas que nos habíamos salido del horario planificado, nunca sabíamos por donde andábamos ni qué iba a pasar a continuación. En Marruecos la gente conduce de un modo particularmente caótico y cada viaje es una aventura.
En la escuela nos alojábamos en aulas donde entraban unos ocho voluntarios., separados chicos de chicas. El espacio personal de cada uno lo delimitarían tu colchón sobre el suelo y tu maleta, aunque en algunos caso esa frontera se vería muy difuminada por el desorden del paso de los días.
Las aulas en las que dormíamos estaban en una segunda planta, muchos de nosotros saldrían a dormir al pasillo al aire libre y en los diferentes recovecos y terrazas iríamos creando nuestros espacios. Al final nos desprendimos por completo de aquella sensación de extrañamiento que te produce lo ajeno antes de que lo hagas propio.
La última noche en la escuela cuando todos ya habían marchado, Almudena y yo camináramos por el pasillo vacío y nos recorrió el cuerpo esa misma sensación del primer día tenida de morriña.

Despegando_ 30 de Junio de 2009

Comienza el día en casa de Yanira,en algún lugar de Madrid que no conseguí realmente ubicar, el día se presenta expléndido y los nervios desaparecieron todos el día anterior... Deseando emprender la aventura. Nos espera un día largo. Conoceremos a toda la trupe a excepción de algunos que llegarían con retraso: Blanca, Iago y Nico. Primer punto de encuentro Madrid-Barajas, salida del metro a terminal 1,2 y 3.

Nos vamso reconociendo unos a otros por las caras de miedo, las mochilas y algunas que otras inmersiones en Facebook y sus álbunes...






















































Y a volarrr!!! Desde el principio todo es muy intenso a nivel personal con el resto de los voluntarios: pasaríamso muchas hasta la madrugada del día siguiente viajando todos literalmente apelotonados y compartiendo nuestras historias.